Delirios de la Noche

"Te adentras en el Reino de los Sueños, tus deseos alimentarán ahora mis pensamientos..."

...No rompas el encanto...


Eran las 4 de la tarde de un sábado de Enero.
Fuera la lluvia caía sobre la tierra húmeda acompañada de un frío polar y un viento incontrolable.
Yo adoraba esas tardes en casa.
Tardes en las que en mi cama miraba hacia atrás y veía como las gotitas de lluvia se deslizaban sobre mi pequeña ventana y empañaban los cristales, mientras yo, apoyada en la almohada leía las hojas de un libro que días antes encontré en un cajón de mi armario.
Con la estufa, la puerta cerrada y el pequeño gatito que yacía durmiendo a mi lado acurrucado, todo era perfecto.
Ese día era un día especial, estaba sola en casa y se respirada silencio y tranquilidd seguido de una paz con un toque algo ancestral.

La noche anterior trasnoché viendo un drama en el que la protagonista era fisícamente poco agradable a la vista y no encontraba pareja por ello. En una de las escenas en la que un chico la deja plantada se deleitaba preparándose tranquilamente un café y cogiendo una tarrina de helado de chocolate del congelador, la lluvia de lágrimas e avecinaba.
Curiosamente recordando me apeteció algo calentito, me incorporé de la cama, rozando con mis pies descalzos el frío tacto del suelo.
Comencé a caminar rumbo a la cocina y noté una presencia a mi lado, aquel ser que había estado dormido como si Morfeo hubiera ido a encantarlo se encontraba a mi lado esperando alimentarse.

Una vez en la cocina me preparé un café, y mientras esperaba que se hiciera saqué una latita de atún del armario y extrayendo el aceite, lo coloqué en un platito en el suelo.
Segundos después el pequeño felino se encontraba degustando su delicia de pescado mientras yo vertía la leche en una taza con mi café calentito ya hecho.
Volví al perfecto mundo que constituía en esos momentos mi habitación, me senté en la cama, dejando el café en mi escritorio y casi al instante el pequeño gato ya se encontraba encima de mis piernas como si de una pequeña cama se tratara.
Cogí la taza y exhale el exquisito olor a café mientras se me calentaban las manos.

Una vez hube bebido el delicioso elixir dejé la taza y cogiendo al pequeño lo situé a mi lado para así taparme con las mantas.
Volvía la vista hacia atrás y contemplé como la lluvia caía esta vez con más intensidad, abri la ventana dejando paso a algunas gotas de lluvia y antes de volver a la lectura cerré los ojos y absorta del mundo empecé a oír sólo el ruido de la lluvia, era algo relajante.

Quise volver a leer pero a mi lado tenía algo a lo que no le pude prestar mucha atención a lo largo de la semana, por exámenes y demás cosas.
Él también merecía su rato de ocio junto a mi así que deposité el libro cerrado en el suelo y empecé a acariciarle el lomo y a rascarle la barriguita era algo que le encantaba.
Ponía una cara placentera y de felicidad mientras yo le rascaba su cabecita, creo que él sabía que últimamente no le había prestado la atención necesaria y se sintió complacido al ver que hoy si lo hacía.
Acariciando su suave pelaje empezó a entrarme sueño, y el brazo se me cayó hacia un lado, en forma de agradecimiento el gatito se acercó a mi cara y me lamió un moflete mientras se preparaba para dormir otra vez.

No quise dormir ese día era para disfrutarlo, giré mi cabeza y vi como las nubes se dispersaban y dejaban paso al sol.

Quise retomar mi lectura pero oí como alguien giraba la llave en la cerradura dejando así no sólo entrada a mi casa, sino a mi mundo perfecto.
Como sospechaba era mi familia seguida de una escandalera algo descomunal,discutían sobre los precios del supermercado y al caminar por el pasillo oí como mi madre gritaba mi nombre para que la ayudara a ordenar las cosas.

Al igual que las nubes se dispersaron y dejaron paso al sol mi calma, tranquilidad y silencio dejaron paso a los gritos de unas personas que más bien parecían trogloditas.

Me incorporé y fui a ayudar, sabía que el sábado de esa tarde de Enero por unos instantes había sido perfecto y con eso me contenté.


De elaboración propia, exceptuando que no tengo gato aunque me gustaría alguna tarde la he tenido así, lo de los gritos de familiares también cuenta, jejeje.

Saludos