Delirios de la Noche

"Te adentras en el Reino de los Sueños, tus deseos alimentarán ahora mis pensamientos..."

Despliega las alas y alza el vuelo


Encerrada en mi cárcel olvidándote conseguí liberarme,
pero aún asi no conseguía marchar, algo me retenía. Era tu mano tendida pidiéndome ayuda, las lágrimas caían por tu rostro y tartamudeando pronunciabas mi nombre.

Un escalofrío recorrió mi espalda,no quería saber nada de aquel que encerrada me mantuvo. Pero sin embargo dentro de mi el amor crecía, aún por todo el dolor sentía que te quería.

Acostumbrada a tu rostro no pude desplegar mis alas,
enamorada de un humano, quién lo pensaría, yo un ángel inmortal que siempre viviría.

Me negaba ver como tú morirías y renuncié a la vida eterna por ti, preferiendo saber que todo tiene un fin. Mi alma en aquel momento te entregué, sin embargo
enamorado de una mortal te encontré. ¿Dónde estaba aquel amor por el que renuncié, esa vida eterna que yo descarté?

Quiero volver, no quiero sufrir, y a lo más alto de la montaña me dirigí. Desplegué mis las alas para regresar, aunque sabía que ése sería mi final.

Una simple mortal no puede volar, los sentimientos se desprendieron todos
arrojados en el mar. Mi cuerpo en paz no descansa, porque sólo ansía una cosa, la venganza.




PD: A cuántas cosas renuncian las personas por amor, y muchas veces resulta que es todo una equivocación.

Dedicado a ellas


Él busca y cubierta en la soledad me encuentra. Mis ojos derraman lágrimas que contempla sin entender, no comprende cuál es el sufrimiento de dicha mujer. Se acerca para acariciarme con su carita felina, pero soy incapaz de acercarle la mano...empieza a temblarme el labio. Sabe que algo pasa, con sus delicadas patas se pone en mi regazo y me lame, esperando que quizás así la tranquilidad me guarde.

Refugiada en la oscuridad, los recuerdos comienzan a llegar: palizas, azotes, insultos y demás. La ansiedad se apodera de mi cuando oigo el tintineo de las llaves, él es el guardián y mi casa la cárcel. Me aterroriza cada minuto que paso a su lado buscando una explicación, porque sé que cualquier día podría darse mi ejecución. No es el único día que viene borracho y paga cada copa con un golpe de sus manos. Los morados hacen presencia en mi piel, cada cual una prueba de ese hombre cruel. El amor que el sentía se desvaneció con el tiempo, y en su corazón sólo se encontró el resentimiento. Padre y marido, dos cargos que él aún no ha conocido. Pero sí conoce el de maltratador, el de meter miedo y pegar a los seres que un día amó.

Hoy ella se ha armado de valor, ha opuesto resistencia al hombre que tanto daño le causó. Pudrido en la cárcel pasará sus años, pagando por cada uno de sus pecados. Ella aún sigue acurricada en la almohada, pero sabe que por fin podrá descansar su alma. 

Dedicado a las mujeres maltratadas, para que sean valientes y denuncien ésas situaciones.

No estáis solas.

¿UN SALVAJE?



Abrí los ojos y vi lo que me envolvía. Montañas, árboles y agua. Pero ningún signo de vida humana. ¿Acaso me encontraba solo en esa isla? Un momento, soy más alto, y también más fuerte. No puede ser… aunque no recuerdo nada. ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde antes de despertar? Conocía la respuesta pero preferí ignorarla. Me levanté  y comencé a inspeccionar el pequeño islote, lo que vi no me gustó nada. Dos panteras se peleaban entre sí por el cadáver de otro animal. ¡Genial! solo y con depreadadores, las expectativas de entrar en la selva a buscar alimento disminuían en medida de lo que observaba. Volví a la playa e intenté hacerme un refugio con unas hojas y trozos de madera que recogí. Sin cuerdas para sujetar las estructuras terminé por covijarme en una cueva. Mi sudadera y pantalones estaban rotos, el frío hacía presencia en mis huesos y músculos. Ante estas expectativas como mucho me quedaban 3 días de vida. El único recuerdo que vino a mi mente fue el de la imagen de una mujer ¿quién era ella?
 De repente oí algo dentro de la cueva, sentí miedo pero ese afán de curiosidad pudo conmigo, así que me adentré con sigileza y sin hacer ruido. Un rebaño de ovejas dormía. Sin que notarán mi presencia me acosté entre ellas para así poner remedio al frío, y funcionó. Además ya tenía alimento, pero en ese instante caí en algo importante. No sabía hacer fuego, si hubiera aprendido a hacerlo no tendría porqué haber dormido con las ovejas y así podría ahuyentar a otro tipo de animales. Tantas horas de televisión y tan poco aprendido. Salí de mi refugio para volver a la playa y fue entonces cuando vi dos cuerpos en la arena. Una mujer de unos 30 años y un varón que rondaría los 20. ¿Cómo habían llegado allí? Comprobé más de tres veces si realmente estaban muertos y así era. Tenían mordeduras por todo el cuerpo, seguramente murieron desangrados por una bestia marina, por lo tanto era más razonable no meterse en el agua. Miré detalladamente el rostro de la chica que yacía muerta y vinieron imágenes a mi mente, se trataba de mi hermana, la chica de mis recuerdos. Sin embargo desconocía la identidad del chico. Antes de enterrarlos rebusqué en sus ropas y no hallé mucho más que una navaja, un móvil y unos pañuelos mojados. Obviamente me quedé con la navaja ya que el móvil roto y los pañuelos no me servían de nada.
Anochecía y habiendo comido tan solo carne cruda de oveja, me dirigí a la cueva, pero entonces oí un grito de auxilio. Me adentré corriendo en la selva para ver quién pedía ayuda y para mantener la esperanza de que no éra el único ser vivo del planeta. Conforme corría los gritos disminuían, pero en la voz podías notar la ansiedad de esa persona por ser auxiliada. Llegué demasiado tarde, el hombre estaba muerto y hecho pedazos en la tierra. Me di la vuelta y vi al asesino. El yacaré salía del pantano para apresarme y comerme. Saqué la navaja intentando defenderme, el réptil se apresuró y con su gran dentadura me mordió y me masticó como si fuera chicle en sus dientes. Mi último y vano intento fue pedir ayuda, pero mi garganta era incapaz de emitir sonido alguno. Lo último que oí fue a mi madre llamándome:- Pablooo, Pablooo. No podía ser signo de nada bueno, ese era mi fin. Así que cerré los ojos y acepté la muerte a manos de esa bestia, segundos más tarde los abrí y vi una luz blanca. ¿Estaba en el cielo? Me froté los ojos y vi a mi madre encima de mí diciendo:
-Paaablooo, Paaaablooo. Venga levántate ya que vas a llegar tarde al colegio. Si es que esto me pasa por dejarte ver películas hasta las tantas.
De si todo había sido un sueño no estoy seguro, porque debajo de mi almohada se encontraba la navaja.