Te vio entre niebla y palideció,
su tierno rostro tembloroso hacia ti ella volvió.
No era él el monstruo de las sombras,
pero si el ángel que de caricias la arropa.
Insatisfecho de observarte quiso actuar,
tu mano entrelazada a la suya fue a acariciar.
Repentinamente te pusiste nerviosa,
más él sólo quería observar a la diosa.
Poco a poco te pudiste acostumbrar,
y él con la mirada te pedía mucho más.
Sus labios tiernos y suaves al fin besaste,
dulce elixir de mortales que un día probaste.
Todos sabían que no podía ser,
pero cada noche en tu cama amanecías con él.
Diosas y mortales jugando a amar,
un juego que muchas veces por fuerza sale mal.
Poesía escrita por mi, hasta la próxima ^^
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